Al ramo que llevé el día de mi boda le di muchas vueltas. En principio no quería llevar porque me molesta muchísimo tener las manos ocupadas, pero mi suegra que es la mar de apañada me hizo ver que especialmente en la entrada al palacete donde nos casamos iba a verse la "mano boba". Así que me lancé a decidir qué ramo era el más adecuado para mi. Tenía claro que no quería nada demasiado grande, sí me habían convencido para llevar ramo pero no para que fuera algo demasiado llamativo.
Intenté por todos los medios conseguir algún ramo que llevará jazmín puesto que es mi flor favorita, pero dado lo delicado que es fue imposible, así que me lancé a por mi segunda flor favorita, la lavanda. Y encontré este ramillete que era justo lo que quería:
La cuestión es que llegado el día B* y a 5 horas de la ceremonia, cuando fui a buscar el ramo la florista había decidido motu proprio hacer una libre interpretación de mi petición y había conseguido hacer un pedazo de ramo en cascada con lavanda y esas florecitas blancas que rellenan casi todos los ramos y que jamás he sabido cómo se llamaban. Casi me da un infarto.
Llegué a mi casa y ni corta ni perezosa, tijera en mano desmonté el ramo entero y me puse a montarlo. No conseguí que fuera igual que el de la foto, porque no había suficiente lavanda pero al menos conseguí que no fuera un ramo grande ni en cascada.
Además aproveché un trocito de vestido que habían recortado en Pronovias de la lazada de la espalda a la hora de construir mangas a mi vestido como os expliqué aquí y envolví el ramo como veis en la foto.
¿Por qué ramo os decidisteis vosotras? Feliz lunes! Muaaaaaa!
Publicado el 19 marzo 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario